Mensajes del MSC para el Evento Virtual y la reunión extraordinaria de la Mesa y el Grupo Asesor del CSA sobre la COVID-19, la seguridad alimentaria y la nutrición
Respuestas de los miembros del Grupo asesor para evitar una nueva crisis alimentaria mundial,
13 de mayo de 2020
Descarga aquí la contribución del MSC
Efectos: El virus en sí no discrimina, pero sus efectos sí, como también señaló el Secretario General de las Naciones Unidas. Existen cada vez más pruebas de todos los rincones del mundo de que las personas más afectadas por esta crisis sanitaria, alimentaria y económica son las mismas que anteriormente corrían el mayor riesgo. El virus abre los ojos del mundo entero ante las terribles desigualdades estructurales, la discriminación, la explotación, el racismo y el sexismo que ya reinaban antes, sin ser respondidos adecuadamente por politicas públicas, y que ahora exacerban los efectos de la crisis en las personas más vulnerables en tiempo real.
Este el caso para los pueblos indígenas en América del Norte, así como para los trabajadores migrantes en la India y en Europa. También lo es para los trabajadores domésticos en Guatemala, los trabajadores del sector lácteo en Pakistán y los de las plantas de cárnicos en los Estados Unidos, la mayoría de ellos mujeres. Así ocurre para las personas empleadas en el sector informal en Nairobi, San Pablo o Manila, quienes viven de lo que ganan a diario. Hoy hacen frente al hambre y la malnutrición y mañana no saben qué tendrán en la mesa de sus familias. Si han de elegir entre la alimentación y la salud, optan por la alimentación y ponen en riesgo su salud. A menudo, también se ven expuestas a la brutalidad policial, corrupción y la criminalización. Si la COVID-19 ha enseñado algo al mundo es que la alimentación y la salud van juntas y son derechos humanos indivisibles.
Las cifras macroeconómicas que apuntan a una posible crisis alimentaria futura son importantes, pero se quedan cortas en el diagnóstico de la situación actual y sus numerosas dimensiones interconectadas: la nueva crisis alimentaria a escala mundial que acompaña a la COVID-19 es una realidad dramática ahora para millones de personas confinadas que ya corrían un alto riesgo antes, que están perdiendo sus empleos e ingresos y carecen de protección social. Esta crisis agrava la ya alarmante situación de los años posteriores de aumento del hambre y la malnutrición, la pérdida de biodiversidad y el cambio climático. La Agenda 2030 y los SDG se dirigían al fracaso ya antes de COVID-19. Cuanto más avanza el virus en el Sur Global, más empeora aún esta realidad. Está claro que la situación es incluso más dramática para los territorios y países afectados por guerras, ocupaciones, sanciones y conflictos.
La crisis se ha convertido en una crisis de derechos humanos, como también señaló la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ACNUDH). Los derechos humanos ocupan un lugar central en estas múltiples crisis, en todas las regiones del mundo. Cuanto más discriminadas hayan sido las personas antes, mayor es la probabilidad de que ahora se vean afectadas por las nuevas oleadas de crisis. El respeto de los derechos humanos, y las violaciones de los mismos, serán una brújula eficaz para medir los efectos, detectar la discriminación y orientar las respuestas normativas a estas crisis.
Respuestas comunitarias: Las principales respuestas de las personas, comunidades y sectores pueden enmarcarse en dos palabras: solidaridad y resiliencia. Las comunidades por todo el mundo están llevando a cabo acciones de solidaridad y resiliencia. Entre sus acciones figuran compartir alimentos, cuidar de las personas mayores en las comunidades y vecindarios, acortar los circuitos de los productores a los consumidores, defender la alimentación escolar y los mercados de agricultores y pescadores, levantarse frente a la violencia doméstica contra las mujeres y las niñas y defender los derechos de los trabajadores y los migrantes, el establecer controles sanitarios autónomos en las comunidades indígenas a la creación de consejos comunitarios de alimentación para garantizar el suministro de alimentos a todas y todos. La mayoría de estas acciones de solidaridad no han recibido mucha atención de los medios, pero sostienen, a diario, las vidas, la salud, incluida la salud mental y psicológica, y los medios de vida de las personas más que ninguna otra medida.
Muchas de estas acciones están relacionadas con el uso y el refuerzo de los sistemas alimentarios locales como los más resilientes en tiempos de crisis. El hecho bien conocido de que los y las agricultores familiares a pequeña escala, los y las pescadores/ artesanales, los y las pastoralistas, Pueblos Indígenas y otras/os productoras/es de alimentos a pequeña escala proporcionan la mayoría de los alimentos consumidos a nivel mundial, es ahora, en efecto, un punto de entrada central para una respuesta normativa mundial a la nueva crisis alimentaria. Estas/os productoras/es siguen suministrando sus productos a los mercados locales, pero muchos de ellas/os han afrontado graves restricciones en el acceso a los mercados debido a las medidas de confinamiento, en particular el cierre de los mercados de agricultores en varios países. Por otro lado, hemos oído que muchos países, incluidos Costa Rica y otros, han decidido mantener abiertos estos mercados, estableciendo claros protocolos sanitarios.
Prioridades para las respuestas normativas: Los siguientes puntos fundamentales de las consultas del MSC sobre los efectos y las respuestas no son completos ni exhaustivos, pero proporcionan orientaciones clave de una enorme diversidad de realidades sobre el terreno.
- Soluciones de políticas centradas en las personas: Los trabajadores, especialmente los trabajadores migrantes, las mujeres, los productores de alimentos a pequeña escala, los Pueblos Indígenas, las poblaciones urbanas que padecen inseguridad alimentaria, las personas refugiadas y desplazadas, los sin tierras y las comunidades en crisis prolongadas son los más afectados por estas nuevas crisis. Sus necesidades, derechos, reivindicaciones y participación deben estar en el centro de toda respuesta normativa. Algunos de estos sectores globales han formulado sus reivindicaciones y expectativas concretas, como los trabajadores agroalimentarios. Los gobiernos y las instituciones internacionales deben tener esto en cuenta.
- Sistemas alimentarios locales y resilientes: la respuesta inmediata y más importante a esta nueva crisis alimentaria es el apoyo público a la producción local y los sistemas alimentarios locales con vistas a respaldar a los agricultores a pequeña escala y los pescadores artesanales, potenciar su producción de alimentos y asegurar su acceso a mercados y el acceso de los consumidores a sus productos. Los sistemas alimentarios locales, la agroecología y la justicia climática están estrechamente vinculados y son esenciales para la resiliencia. Las estructuras de gobernanza locales y nacionales desempeñan una función fundamental, parlamentos y consejos alimentarios participativos estuvieron entre los primeros en detallar las medidas públicas necesarias en este momento, como mapeos participativos de demandas y acciones, la continuidad de la alimentación escolar y los mercados de agricultores, financiamiento público para las respuestas comunitarias, precios justos y la protección de los derechos de los trabajadores y las mujeres, mostrando vías para fortalecer la resiliencia por medio de la transformación agroecológica, la justicia climática, la economía solidaria y la soberanía alimentaria.
- Luchar contra las desigualdades: Todos los esfuerzos nacionales e internacionales para afrontar la nueva crisis han de ayudar a reducir las desigualdades extremas en los países y entre ellos. La existencia previa de desigualdades estructurales determina ahora en muchos países, incluido en países ricos en América del Norte y Europa, quiénes serán los más afectados por estas crisis y quiénes se beneficiarán de la pandemia. Las personas no pueden seguir aceptando las escandalosas desigualdades en los ingresos y la riqueza que existen en este planeta y en los países, en un momento en el que cientos de millones de personas están perdiendo sus empleos y países enteros, especialmente los países de bajos ingresos y con déficit de alimentos, hacen frente a catástrofes económicas, sociales y políticas. Deben afrontarse ahora como una cuestión de emergencia mundial las desigualdades que llevan a la discriminación diaria y estructural de mujeres, trabajadores, pueblos indígenas, campesinos, migrantes, minorías, sin tierras, personas sin hogar, pastoralistas, pescadores artesanales, desempleados, trabajadores informales y poblaciones urbanas pobres.
- Sistemas y políticas públicos: La fuerza o la debilidad de los sectores de salud pública, junto con las decisiones políticas de los gobiernos centrales, deciden ahora sobre la vida y la muerte en muchos países. La salud y la alimentación son bienes públicos y derechos humanos. Si los Estados y los gobiernos no los protegen y respetan, pierden su legitimidad entre los ciudadanos, lo que puede llevar a tensiones sociales e inestabilidad política.
- Debido a que los sistemas alimentarios están interconectados, existe una necesidad urgente de mejorar la coordinación de las políticas regionales y mundiales, la convergencia y la coherencia y de mejorar la responsabilidad mutua. El CSA, en su calidad de principal plataforma intergubernamental e internacional inclusiva sobre seguridad alimentaria y nutrición, está en la mejor posición para contribuir al aprendizaje mutuo y al análisis colectivo, y para elaborar una respuesta de política mundial a la crisis alimentaria que se produce junto con el Covid-19.
Mensajes para Reunión de la Mesa y Grupo Asesor: COVID-19, Seguridad Alimentaria y Nutrición: Respuestas del CFS.
Sobre proceso:
Antes de compartir con ustedes nuestras propuestas sobre el papel del CSA en respuesta a la COVID-19 y la crisis alimentaria, permítannos compartir con ustedes algunas observaciones sobre la facilitación del proceso en el CSA.
La organización de un acto público en el CSA siempre ha sido un proceso inclusivo, con consultas a los miembros y participantes, ya sea a través del Grupo Asesor/Mesa o a través de un Grupo de Trabajo de composición abierta. Pedimos amablemente a la Mesa del CSA que adopte las medidas correctivas adecuadas para asegurar que se garantice debidamente un buen proceso, incluidas consultas inclusivas y procedimientos de decisión transparentes.
Para ser claro: la idea de utilizar el CSA como plataforma para aprender e intercambiar análisis sobre COVID19 y su impacto en la SAN cuenta con nuestro pleno apoyo. Nosotros mismos hemos instado al CSA a desempeñar este papel. Por lo tanto, creemos que los eventos públicos – webinars públicos – son importantes, para compartir los resultados de nuestro trabajo e intercambiar con otros actores.En ese sentido, planifiquemos juntos cualquier otro seminario web o evento del CSA, con la participación y el compromiso de todas y todos, incluyendo el equilibrio de género y la interpretación en otros idiomas para permitir una participación amplia e inclusiva.
Sobre la nueva crisis alimentaria y la respuesta del CSA a la misma:
Durante las últimas semanas, varios sectores del MSC organizaron consultar y seminarios web para aprender de las experiencias y los análisis de sus miembros, iniciaron procesos de recopilación de datos, produjeron informes preliminares de monitoreo y publicaron declaraciones con sus reivindicaciones políticas concretas para afrontar la crisis. El MSC organizó un seminario web con expertos de la FAO, la OMS y el mundo académico y la semana pasada celebró dos días de consultas mundiales con representantes de todos los 11 sectores globales y las 17 subregiones.
El Comité de Coordinación del MSC unánimemente acordó que la respuesta a la nueva crisis alimentaria es la principal prioridad del MSC en 2020, ya que esta es la urgencia que las organizaciones participantes en el MSC están afrontando actualmente sobre el terreno en su trabajo diario. En este sentido, apoyamos firmemente a la Presidencia del CSA y a todos los países miembros en la tarea de hacer que el CSA responda a esta nueva crisis alimentaria.
En respuesta a la crisis alimentaria inducida por la COVID-19, vemos las Implicaciones para el CSA:
- Primero – El CSA puede servir como plataforma de intercambio y aprendizaje. Para discusiones futuras en ese proceso, sería importante escuchar a gobiernos y otros organismos de las Naciones Unidas, como la OIT, el ACNUR, ONU Mujeres, ACNUDH, el Foro Permanente de Naciones Unidas sobre las Cuestiones Indígenas (FPNUCI) y Procediminetos Especiales tales como el Relator del Derecho a la Alimentación, de la Extrema Pobreza y Derechos Humanos, y el Mecanismo de Expertos sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas (MEDPI) y el ACNUDH. Nos sumamos a las voces de los países -el Irán y Francia- que expresaron en el seminario web la necesidad de que el Grupo de expertos de alto nivel actualice su nota sobre la crisis del Covid-19 más allá de junio, con recomendaciones a mediano y largo plazo y sobre la forma de evaluar la capacidad de recuperación y la sostenibilidad de los sistemas alimentarios.
- Segundo – Estas discusiones tienen que fundamentar las orientaciones de políticas del CSA. Con todas las aportaciones de sus miembros y participantes, el CSA debería redactar una respuesta normativa mundial a la crisis alimentaria que pueda apoyar a los gobiernos en sus respuestas nacionales a la crisis. Esta respuesta normativa podría construirse sobre la base del trabajo en curso del Grupo de expertos de alto nivel, incluir consultas y podría, con el apoyo de un facilitador, conducir a la aprobación de un documento de orientación normativa en la próxima sesión plenaria del CSA.
- Tercero – Las enseñanzas de esta crisis tienen que alimentar los procesos del CSA en curso sobre los sistemas alimentarios y la nutrición y sobre los enfoques agroecológicos y otros enfoques innovadores, y las líneas de trabajo futuras sobre la igualdad de género, la juventud, las desigualdades y los datos. De más está enfatizar que el tema de las desigualdades es ahora más urgente que nunca a la hora de afrontar las causas de la antigua crisis alimentaria y la nueva, así como las respuestas a ellas.
- Quarto – De Roma a los países: El CSA ha elaborado instrumentos de políticas significativos que pueden y deben utilizarse ahora para las respuestas de políticas públicas a la crisis. Distintas partes esenciales de las orientaciones de políticas del CSA sobre la protección social, la vinculación de los pequeños productores con los mercados, el agua, la tierra, las crisis prolongadas, la inversión en la agricultura a pequeña escala, la volatilidad de los precios, la actividad forestal, la ganadería y la agricultura sostenible son ahora aplicables a muchos problemas y desafíos que se ven exacerbados por la crisis.
- Quinto – El 47.º período de sesiones del CSA, cuando pueda celebrarse, debería dedicar una atención especial a la crisis alimentaria e incluir, por ejemplo, una sesión extraordinaria de dos días con participación ministerial de las capitales y la plena inclusión de los sectores más afectados en la respuesta normativa mundial a la crisis alimentaria.