Voces desde los territorios:
de la COVID-19 a la transformación radical de nuestros sistemas alimentarios
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En el presente informe se exponen las experiencias y preocupaciones de millones de productores de alimentos a pequeña escala, trabajadores, consumidores, mujeres y jóvenes representados en las organizaciones que participan en el Mecanismo de la sociedad civil y los pueblos indígenas (MSC)1.
A medida que durante este año la pandemia de la COVID-19 se propagaba de un país a otro en su avance mortal, los miembros del Comité de coordinación (CC) del MSC se reunieron virtualmente para debatir cómo estaba afectando a sus comunidades y regiones. De estos debates surgió la convicción de que afrontar la pandemia y sus implicaciones debería estar en el centro del relato y la acción no solo en el MSC, sino también en el Comité de Seguridad Alimentaria Mundial (CSA) en su conjunto.
Sería inconcebible que el CSA no asumiera su responsabilidad ante el peor fenómeno con efectos en la alimentación que ha golpeado a la humanidad desde la crisis de 2007-08 que desencadenó su reforma. El Programa Mundial de Alimentos advierte que la COVID-19 podría casi duplicar el número de personas que padecen hambre aguda, alcanzando más de 250 millones de personas a finales de 20202.
En consecuencia, en los últimos meses el MSC ha defendido que el CSA ejerza todas sus funciones acordadas al hacer frente a la COVID-19, incluida la de convergencia de las políticas. La contundencia de esta posición se ha hecho cada vez más evidente a medida que han pasado las semanas, con pruebas de que la COVID-19 no es un episodio pasajero, sino una manifestación y una señal de desafíos profundamente arraigados, de que los sistemas de suministro de alimentos globalizados están sujetos a múltiples fragilidades y generan desigualdades profundas y a menudo fatales, y de que nunca ha sido más indispensable una respuesta mundial coordinada y coherente que respete los principios y directrices acordados.
El presente informe pretende ser una contribución para afrontar este desafío. La metodología adoptada para su preparación ha sido inclusiva y participativa. Se pidió a todos los miembros del CC del MSC que se pusieran en contacto con los sectores y las regiones que facilitan, a fin de responder a tres preguntas: 1) ¿Qué efectos está teniendo la COVID-19 en los sistemas alimentarios, la seguridad alimentaria y el derecho a la alimentación? 2) ¿Cómo están reaccionando las comunidades, los movimientos de solidaridad, y los sectores a estos efectos? 3) ¿Qué propuestas de políticas públicas están surgiendo para construir sistemas alimentarios más equitativos y resilientes?
Los grupos de trabajo del MSC de las mujeres y la juventud han hecho contribuciones específicas desde los puntos de vista de sus sectores y han elaborado, respectivamente, un informe autónomo de las mujeres y una declaración de la juventud. Los cientos de aportaciones recibidas se han sintetizado en el presente informe y se han facilitado enlaces directos a documentos más extensos. Se han incluido grabaciones de vídeo siempre que ha sido posible para ofrecer a los lectores la posibilidad de obtener un testimonio más detallado y directo. La diversidad de estilo de las secciones atestigua el hecho de que han sido redactadas por distintos grupos en diferentes lugares.
1 El MSC se articula en los 11 sectores enumerados en el documento de reforma del CSA (agricultores familiares a pequeña escala, pescadores artesanales, pastores/pastoralistas, personas sin tierra, pobres urbanos, trabajadores agroalimentarios, mujeres, jóvenes, consumidores, pueblos indígenas y ONG internacionales) y en 17 subregiones.
2 https://www.wfp.org/news/covid-19-will-double-numberpeople- facing-food-crises-unless-swift-action-taken.