Primera intervención del Mecanismo de la Sociedad Civil – 17 de octubre de 2016!
Apertura del CSA 43: Sistemas alimentarios sostenibles, nutrición y cambio climático
El MSC acoge con agrado la atención prestada en el Día Mundial de la Alimentación a los vínculos entre el cambio climático, la agricultura y la seguridad alimentaria. Que nadie lo dude: nosotros y nosotras, los productores de alimentos a pequeña escala, los agricultores, los pastoralistas, los pescadores, los pueblos indígenas, los trabajadores de los sectores alimentario y agrícola, los jóvenes y las mujeres, vivimos en los lugares donde el cambio climático ha golpeado con más fuerza, en los ecosistemas más frágiles y con las condiciones de trabajo más difíciles.
Cuidamos la biodiversidad y la hacemos crecer en nuestros campos, nuestros bosques, nuestras aguas, nuestras montañas y nuestros desiertos, lugares donde suele encontrarse la mayor biodiversidad. Durante siglos hemos protegido el valor y la diversidad de semillas y variedades animales mediante su conservación, su uso sostenible, su cría, su intercambio y nuestros profundos conocimientos sobre cómo responden a los cambios en nuestros ecosistemas. Practicamos la agroecología: un amplio acervo de conocimientos y prácticas en el que se incluyen distintas formas de conocer nuestros ecosistemas agrícolas y trabajar en ellos. La agroecología es el enfoque con el que abordamos la adaptación y mitigación del cambio climático.
El sistema alimentario industrial, y en particular los sectores industriales agrícola y ganadero, son responsables de más de un tercio de las emisiones totales de gases de efecto invernadero en todo el mundo. Las sequías y las inundaciones generan volatilidad en el precio de los alimentos, lo que a su vez agrava el hambre, la malnutrición y la vulnerabilidad. En cambio, los productores de alimentos a pequeña escala y los trabajadores agrícolas proporcionan la mayoría de los alimentos que se consumen en el mundo, y lo hacen con menos energía fósil, con menos desechos, con una mayor capacidad en cuanto a captación de carbono y en apenas una cuarta parte de las tierras agrícolas del planeta.
Nos sentimos verdaderamente alarmados de que, en vez de reconocer e impulsar el potencial de la agroecología y erradicar el control corporativo sobre la alimentación y la agricultura, se estén proponiendo soluciones falsas que, además de no abordar las causas primordiales, promueven prácticas y condiciones que exacerban el cambio climático. Entre ellas están la agricultura climáticamente inteligente, el comercio de emisiones y los mecanismos de compensación, el carbono azul y distintos mecanismos de mercado que expulsan a la gente de sus tierras, acaparan el agua y los océanos, propagan el monocultivo y financializan nuestros sistemas alimentarios. También queremos lanzar una advertencia contra las soluciones que implican modificaciones técnicas o que marginan nuestros conocimientos y el control que ejercemos sobre nuestros ecosistemas, soluciones que se engloban bajo el nombre de «agricultura climáticamente inteligente». Las megafusiones corporativas también están ganando terreno en nombre de una lucha más eficaz contra el cambio climático.
Si queremos crear resiliencia climática, debemos proteger y respetar nuestros derechos a los territorios, a los bosques, al agua, a las semillas y a los conocimientos, así como los derechos de los trabajadores. Al mismo tiempo, debemos poner fin a las prácticas y políticas que están destruyendo nuestros ecosistemas con la agricultura industrial y la acuicultura, los monocultivos, las industrias extractivas y megaproyectos de infraestructuras.
Señora Presidenta. Nuestros territorios, nuestra agua, nuestras semillas y nuestro trabajo no son mercancías que puedan capturar las corporaciones ni que se puedan negociar en mercados de carbono y similares. Parafraseando el lema del Día Mundial de la Alimentación en 2016: el clima está cambiando y nuestra alimentación también debería hacerlo. ¿Cómo conseguirlo? Pues apoyando la agroecología y a aquellas personas que la practican y protegiendo los derechos de los trabajadores que producen alimentos en las circunstancias más difíciles posibles. Porque no nos limitamos a cultivar alimentos, sino que creamos resiliencia climática y enfriamos el planeta.