Resumen de las posiciones presentadas por el Mecanismo de la Sociedad Civil y los Pueblos Indígenas (MSC) en la 49ª sesión plenaria del Comité de Seguridad Alimentaria Mundial de la ONU, celebrada del 11 al 14 de octubre de 2021.

Respuesta política del CSA a la COVID-19

El CSA debe proporcionar una orientación política global y adoptar un papel de coordinación para abordar urgentemente la crisis de seguridad alimentaria y nutrición exacerbada por la pandemia.

  • La COVID19 tiene efectos graves y duraderos en la seguridad alimentaria y la nutrición y en el derecho a la alimentación y los derechos humanos conexos, en particular de las y los más vulnerables. La pandemia ha revelado y exacerbado las fragilidades e injusticias estructurales existentes en nuestros sistemas alimentarios y ha aumentado las desigualdades dentro de los países y entre ellos, lo que exige una transformación radical de nuestros sistemas alimentarios en dirección a una mayor resiliencia, equidad y sostenibilidad. Los países que sufren la deuda y la dependencia de las importaciones de alimentos están especialmente afectados y seguirán estándolo en el próximo período. Necesitan apoyo y solidaridad a nivel mundial para ayudarles a fortalecer la producción local y nacional de alimentos, mejorar los vínculos entre productores y consumidores, valorizar los conocimientos tradicionales y establecer la protección social necesaria.
  • La crisis es multidimensional. Existen fuertes interconexiones entre los sistemas alimentarios y una amplia gama de otros factores, como la salud, los medios de subsistencia, los derechos de las y los trabajadores, la igualdad de género y el clima, entre otros. La salud pública, los derechos humanos y la recuperación económica repercuten en los sistemas alimentarios: los alimentos afectan a todo, y todo afecta a los alimentos. Un enfoque aislado para abordar áreas de impacto específicas de COVID19 no puede tener éxito. Dadas las complejas y profundas causas de la crisis, también es necesario crear capacidad para prever la probabilidad de que a la actual pandemia le sigan otras en el futuro y atenuar tales sucesos;
  • Los diferentes actores y autoridades a nivel local, nacional y regional han tomado, y siguen tomando, medidas para hacer frente a los impactos de la pandemia tanto a corto como a largo plazo. Es importante comprender el contexto territorial en el que se desarrollan las iniciativas locales, compartir experiencias y reforzar las sinergias entre los diferentes niveles y grupos de actores, y garantizar que sus esfuerzos reciben el apoyo coherente y coordinado que necesitan desde el nivel global. Un enfoque de “cada uno por su lado” no nos sacará de la pandemia.
  • A nivel mundial, las agencias de la ONU han desarrollado y adoptado instrumentos políticos y programas relevantes en sus respectivos sectores. La iniciativa “Una sola salud” señala la importancia de los marcos coordinados, al igual que la necesidad transversal de adoptar un enfoque centrado en el ser humano, una economía basada en el cuidado y la solidaridad, y un marco de derechos humanos que pueda abordar el problema estructural subyacente de las desigualdades protegiendo a las personas de los factores de discriminación. El grupo de trabajo de la FAO y la Unión Africana han iniciado una prometedora iniciativa de apoyo en el ámbito de la agricultura.  Lo que ha faltado hasta ahora es un proceso que permita reunir las diferentes perspectivas e iniciativas en un enfoque multisectorial y coordinado multilateralmente para identificar y responder eficazmente a las necesidades inmediatas generadas por el COVID19 , al tiempo que se sientan las bases para una transformación de los sistemas alimentarios. Ahora tenemos suficientes conocimientos, lo que necesitamos es acción.
  • El Comité de Seguridad Alimentaria Mundial de la ONU es el foro adecuado para emprender esta tarea debido a su mandato enraizado en el derecho a la alimentación, a su composición y modo de trabajo inclusivos, a su capacidad de alcance desde el nivel local hasta el global y al fuerte apoyo basado en el conocimiento que proporciona el GANESAN. Los gobiernos deben asumir su papel como agentes de cambio, reguladores de los sistemas alimentarios y protectores del planeta, pero no pueden hacerlo solos. El COVID-19 es la cuestión prioritaria hoy en día, en particular para los países más vulnerables, y se requiere un enfoque inclusivo, multisectorial y multilateral para abordarlo, y el CSA es el lugar para empezar a construirlo. La OMS, la OIT y la OACDH expresan su voluntad de participar en una iniciativa basada en el CSA en este sentido. El CSA49 debería acordar insertar en la sección móvil del MYPOW la actividad de desarrollar una orientación política coordinada a nivel mundial para los impactos del COVID-19 en la seguridad alimentaria y la nutrición. Esto no significa emprender un nuevo y pesado proceso de convergencia de políticas, sino simplemente ejercer la función de coordinación del CSA y su capacidad de convocatoria para reunir los instrumentos políticos existentes de forma holística con el fin de satisfacer las necesidades de los gobiernos y las comunidades miembros.  
  • Los más de 380 millones de miembros afiliados del MSC de todos los continentes -campesinas/os, productoras/es de alimentos de pequeña escala, agricultoras/es, pastoras/es, pescadoras/es, pueblos indígenas, trabajadoras/es agrícolas y de la alimentación, sin tierra, mujeres, jóvenes, consumidoras/es y personas con inseguridad alimentaria en zonas urbanas- siguen luchando contra los dramáticos impactos de la COVID-19. Uno de los objetivos del MSC en la 47ª Sesión Plenaria es aportar la evidencia del terreno y recordar a las y los delegados y gobiernos que sus realidades no pueden ser ignoradas.
  • La propuesta concreta, desarrollada por el Grupo de Comprometidos de Estados Miembres y participantes del CSA, es incluir el siguiente texto en las decisiones del CSA de esta Plenaria:
  1. Reconociendo que la COVID19 tiene impactos severos y duraderos sobre la seguridad alimentaria y la nutrición, la capacidad de vivir una vida saludable y sobre el derecho a la alimentación y los derechos conexos, particularmente de los más vulnerables; que la pandemia ha revelado y exacerbado las fragilidades e injusticias estructurales existentes en nuestros sistemas alimentarios; que la naturaleza multidimensional y multinivel de la crisis y la posibilidad de pandemias recurrentes exige una respuesta política coordinada multilateralmente;
  2. El CSA decide establecer un grupo de trabajo para la COVID-19, con el apoyo científico del GANESA, abierto a los Estados miembros de todas las regiones y a las autoridades regionales interesadas, a los OSR y a otros organismos de las Naciones Unidas interesados, al MSC y al MSP, con el mandato de a) preparar un evento especial de alto nivel sobre el desarrollo de una respuesta política coordinada a nivel mundial a la COVID19 en los primeros meses de 2022 y, b) sobre la base de los resultados del evento y las evidencias y experticia existentes, preparar un proyecto de documento de coordinación de políticas en respuesta a la crisis de seguridad alimentaria y nutrición exacerbada por la COVID-19, para su debate y adopción por el CSA 50.

Preocupaciones y demandas sobre la Cumbre de Sistemas Alimentarios de la ONU y sus posibles implicaciones para el CSA

Las preocupaciones del MSC sobre la Cumbre son muchas y se han articulado elocuentemente a través de muchas cartas de adhesión, contra movilizaciones autónomas masivas, investigaciones y declaraciones políticas de todos los grupos del MSC y de todas las regiones del mundo.

Las principales preocupaciones son:

  • A pesar de las afirmaciones de los organizadores de la Cumbre de Sistemas Alimentarios, la Cumbre y los procesos opacos y favorables a las empresas que condujeron a ella, han fallado a la gente y a sus propios objetivos autodeclarados de inclusión y transformación. La intención de no reconocer y abordar los factores más importantes del aumento del hambre en el mundo y de la crisis climática ha sido clara: la agricultura industrial, la concentración empresarial en los sistemas alimentarios y las disparidades sociales, políticas y económicas sistémicas que exacerban el hambre y la malnutrición no fueron elementos centrales de la agenda. Mientras nuestros sistemas alimentarios siguen luchando contra los impactos de COVID 19 – si alguna vez hubo un momento para el cambio sistémico del statu quo ha sido estos años previos a la Cumbre.
  • En lugar de ello, hemos visto cómo el enfoque de la Cumbre se ha centrado en las finanzas, las tecnologías corporativas y la innovación como soluciones, que están preparadas para exacerbar una serie de problemas estructurales como los derechos de propiedad intelectual sobre las semillas y el conocimiento, la privatización de los datos sobre las prácticas de los agricultores y el acaparamiento de tierras y mares, problemas que socavarán el suministro de alimentos a pequeña escala del que dependen las comunidades vulnerables y marginadas del mundo.
  • En segundo lugar, el concepto del mutistakeholderismo que se impuso a todos los niveles de la Cumbre, nunca ha tenido en cuenta los marcados desequilibrios de poder entre las/os productoras/es de alimentos y las empresas agroalimentarias, entre los países de la OCDE y muchas naciones del Sur global, y simplemente ha ignorado los problemas de conflicto de intereses, que en conjunto han socavado la legitimidad de la Cumbre. Estos fallos de gobernanza marginan aún más a las comunidades y a las voces de base que ya son ignoradas con demasiada frecuencia por los poderosos gobiernos y actores corporativos; y este sistema también está fallando a los Estados miembros, que han perdido el control sobre lo que está bajo su responsabilidad como titulares de obligaciones.
  • En tercer lugar, la Cumbre ha fracasado en la cuestión fundamental de los derechos humanos: Un evento no normativo del Secretario General de la ONU no puede socavar las normas, los instrumentos y las instituciones de derechos humanos existentes. Las críticas sobre la débil base de derechos humanos de la Cumbre han sido expresadas con elocuencia y frecuencia por muchos actores de dentro y fuera del proceso de la Cumbre a lo largo del mismo, pero han sido ignoradas sistemáticamente.
  • Por último, destacamos nuestra preocupación por el hecho de que la Cumbre siga extralimitándose en su mandato al continuar más allá del 23 de septiembre en forma de “centro de coordinación” dentro de las agencias de la ONU con sede en Roma. Los Estados miembros no solicitaron ni negociaron ni aceptaron poner en marcha estas nuevas estructuras y mecanismos, lo que amenaza con degradar aún más la confianza del público en estas instituciones.  Este centro de coordinación se ha enmarcado como un mecanismo para promover las numerosas vías y Coaliciones de Acción nacionales, ambiguas y opacas, del sistema alimentario. Estos restos de la Cumbre no aportarán una participación creíble o significativa de la sociedad civil y los movimientos sociales a nivel nacional e internacional, y por lo tanto nosotros, como MSC, no los reconocemos.
  • En los últimos dos meses, la declaración política de la Respuesta Autónoma de los Pueblos, que articula estas señales de advertencia, ha recibido un apoyo abrumador con más de 1000 apoyos organizacionales y firmas  – esta condena colectiva no puede ser ignorada y debe dar forma a cómo mantenemos el papel esencial del CSA en la arquitectura de la gobernanza alimentaria mundial de la ONU. 

Fortalecer el CSA y la gobernanza alimentaria mundial democrática

  • La Cumbre de Sistemas Alimentarios no cumplió con los requisitos básicos de procedimientos legítimos, intergubernamentales y transparentes de la ONU. En cambio, el CSA, como principal plataforma política intergubernamental e internacional inclusiva, toma sus decisiones sobre la base de un proceso negociado con la participación de los más afectados por la inseguridad alimentaria.  Teniendo en cuenta las opiniones fuertemente divergentes entre los Estados miembros, el mundo científico y las organizaciones de la sociedad civil y de los pueblos indígenas, el CSA debe garantizar una evaluación audaz y honesta del proceso preparatorio de la Cumbre y su seguimiento previsto con respecto a la arquitectura legítima de las instituciones existentes y sus mandatos, y cómo ejerció una influencia indebida en dos importantes negociaciones que, en nuestra opinión, condujeron a resultados muy suboptimales.
  • Además, este CSA no debería rehuir temas controvertidos como el tan esperado debate sobre los impactos del comercio y la concentración empresarial en los sistemas alimentarios. Después de la discusión en el plenario, pueden ser necesarias otras discusiones amplias. El cuadro de decisiones del CSA debería reflejar esto. No sería prudente que la Mesa se apresurara a tomar una decisión al respecto sin consultar adecuadamente a los Estados miembros y a los participantes del CSA.
  • El MSC comparte las fuertes preocupaciones expresadas por los Presidentes del CSA y del GANESAN y los Relatores Especiales de la ONU sobre el Derecho a la Alimentación y sobre la Extrema Pobreza y los Derechos Humanos en relación a las propuestas para el establecimiento de una nueva interfaz ciencia-política, con el riesgo de socavar el papel y el mandato del GANESAN, excluir las voces de muchos actores de los sistemas alimentarios, fragmentar la gobernanza de los sistemas alimentarios y socavar críticamente el CSA. Hacemos un llamamiento a los Estados miembros y a los participantes en el CSA para que se comprometan inequívocamente a apoyar y fortalecer el GANESAN. 
  • Reafirmamos nuestro compromiso de fortalecer y democratizar aún más las Naciones Unidas, nuestras instituciones públicas y los sistemas alimentarios, y defenderlos contra la captura corporativa. Contamos con que los Estados Miembros y el CSA se tomen en serio sus funciones y responsabilidades, y que cumplan sus obligaciones con los pueblos del mundo tanto en la letra como en el espíritu. Ustedes, como gobiernos, y nosotros, como titulares de derechos y sociedades, debemos unir nuestras manos y trabajar juntas y juntos para garantizar que no sigamos fallando a la gente y al planeta.

Demandas políticas del Grupo de Trabajo de la Juventud

Este proceso político sobre la juventud es una oportunidad para que el CSA demuestre realmente su ambición. ¡No más soluciones falsas! O, como Greta, del movimiento juvenil por el clima, declaró recientemente de forma tan elocuente: No más “bla, bla, bla…”.

  • Anticipamos que algunos gobiernos añadirán una serie de advertencias a cualquier mención de la transición o el cambio de sistemas, diluyendo las recomendaciones hasta el punto de que se vuelvan vergonzosamente inadecuadas para responder urgentemente con soluciones holísticas a las crisis interconectadas a las que se enfrenta la juventud hoy en día.
  • Anticipamos que algunos Estados miembros argumentarán en contra del uso del término “personas marginadas” o “grupos sociales marginados”. Refiriéndose simplemente a las personas que experimentan “situaciones vulnerables” se evita nombrar y resolver las causas fundamentales de la vulnerabilidad y el riesgo, en particular las desigualdades económicas, la opresión sexual y de género, y la expansión del control corporativo sobre los sistemas agroalimentarios.
  • Prevemos que algunos gobiernos se resistan a reconocer los derechos de las mujeres. Los derechos de las mujeres y la autonomía de las mujeres son fundamentales para nuestro trabajo en el MSC, así como los derechos de las comunidades LGBTQ+.    Estos derechos no pueden enmarcarse únicamente en el contexto de la seguridad alimentaria y la nutrición. No podemos resolver los problemas sociales de forma aislada. Debemos ser holísticos.
  • Además, esperamos más negación y falta de respeto al derecho internacional. Los derechos de los campesinos y otras personas que trabajan en las zonas rurales serán un punto de referencia importante para la Juventud del MSC en estas negociaciones. No hay futuro sin soberanía alimentaria, y los derechos de las y los campesinas/os son la base de los sistemas alimentarios democráticos, localizados y ecológicos.
  • El informe del GANESAN -Promoción de la participación y el empleo de los jóvenes en los sistemas agrícolas y alimentarios- identifica cuatro pilares para proteger y fortalecer el compromiso de los jóvenes en la transformación de los sistemas alimentarios y la construcción de economías de bienestar: derechos, equidad, agencia y reconocimiento.
  • Los principales retos y amenazas para garantizar unos medios de vida dignos para los jóvenes son el cambio climático, la destrucción del medio ambiente, la falta de acceso a los recursos productivos (tierra, agua, semillas) y el racismo sistémico, la discriminación de género y la exclusión social.
  • Hay muchas soluciones comunitarias lideradas por jóvenes y centradas en la realización de los derechos humanos, el restablecimiento de entornos saludables y la transformación holística de los sistemas alimentarios para superar estos retos.
  • Las transformaciones sociales son necesarias para restaurar los ecosistemas y lograr economías de bienestar. Algunos ejemplos destacados son la formación de campesina/a campesina/o, los programas de redistribución de tierras y las campañas por los derechos de las y los trabajadoras/es. Siguiendo el informe del GANESAN, el Grupo de Trabajo sobre la Juventud hace hincapié en la diversidad de las experiencias de los jóvenes en los sistemas alimentarios y la sociedad, y subraya la necesidad de contar con instrumentos políticos basados en enfoques interseccionales, relacionales, contra la opresión y específicos para cada contexto, que alimenten la heterogeneidad y las conexiones intergeneracionales dentro de las comunidades rurales y urbanas y entre ellas.

Ver y leer las declaraciones del MSC durante la plenaria 49 del CSA

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