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El lunes 11 de octubre, el Presidente del CSA, Thanawat Tiensin, inauguró la 49ª sesión plenaria del Comité de Seguridad Alimentaria Mundial de la ONU (CSA 49). Los debates del primer día se centraron en el informe “El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo 2021” (SOFI), sus implicaciones políticas y el papel del CSA en el contexto de la pandemia COVID-19.

Intervención del MSC a cargo de Ali Aii Shatou (Comité Coordinador de los Pueblos Indígenas de África y Grupo de Trabajo sobre Gobernanza Alimentaria Mundial)

¡Ha llegado el momento de que el CSA responda a la crisis alimentaria! El MSC se solidariza con todas aquellas personas cuyas vidas se han visto afectadas por la crisis de la COVID-19. Todos los sectores del MSC, en todas las regiones, dan testimonio de la violencia de los impactos devastadores de la pandemia. El elevado número de vidas humanas sigue siendo profundamente impactante casi dos años después del inicio de la pandemia.

La COVID-19 agrava las injusticias sistémicas existentes, evitables e inaceptables, como el hambre y la malnutrición, la destrucción de los ecosistemas y el cambio climático, la desigualdad social y económica, la discriminación por razón de género, el patriarcado, el racismo y la marginación política. La pandemia pone de manifiesto las inaceptables vulneraciones de nuestros derechos a una alimentación adecuada, a la salud, a un trabajo decente, en un mundo de abundancia. En África, como en otros lugares, la pandemia está afectando de manera desproporcionada a nuestros sectores, las clases trabajadoras rurales y urbanas, las personas que se ocupan en la producción a pequeña escala, los pueblos sin tierra, los pueblos indígenas, las mujeres, los migrantes, la juventud, los refugiados, los pueblos que viven en zonas de guerra y conflicto.

Vemos cómo las desigualdades entre países aumentan hasta niveles inaceptables. Los africanos y todas las personas del Sur sufrimos un acceso desigual a las vacunas. Nos enfrentamos a unas condiciones comerciales globales que han transformado a muchos de nuestros países, que eran exportadores netos de alimentos, en importadores netos en el espacio de una década. Hoy nos enfrentamos a una nueva amenaza de fuga de capitales y de grandes préstamos con condiciones que conducen a un mayor endeudamiento. El aumento de las desigualdades entre países está dificultando la capacidad de nuestros Estados para proteger y cumplir nuestros derechos humanos.

En nuestras comunidades, que ya están sufriendo crisis prolongadas –como conflictos armados, ocupaciones, desastres naturales y crisis financieras– la pandemia está acentuando los ya difíciles retos a los que se enfrentan para asegurar sus medios de vida y el acceso a los alimentos. La juventud de África y de otras partes del mundo se enfrenta a la aterradora crisis económica viendo cómo se desvanecen sus oportunidades de educación, empleo y futuro estable. Se enfrentan a la pérdida de puestos de trabajo, a la ausencia de protección social y de bienes y servicios públicos, lo que empuja a más jóvenes hacia rutas desesperadas de migración.

Al mismo tiempo, nuestras pruebas demuestran el creciente potencial transformador de nuestras prácticas y propuestas para abordar las crisis alimentaria, económica y climática y sus causas estructurales. Se basan en valores fomentados como solidaridad, resiliencia, sostenibilidad y dignidad humana. Nuestras prácticas de soberanía alimentaria ponen de relieve el papel esencial que desempeñan la agroecología, los sistemas alimentarios territoriales, las mujeres, las personas que se ocupan de la producción de alimentos en pequeña escala y los agricultores y trabajadores familiares para alimentar de forma sostenible a la mayoría de la población mundial, especialmente a los más afectados.

La crisis actual ha demostrado que se necesita urgentemente una transformación radical de los sistemas alimentarios. Ha llegado el momento de garantizar que las lecciones de la pandemia se traduzcan en políticas de apoyo, desde los niveles locales hasta la adopción de respuestas políticas globales en el CSA.

Durante la crisis de los precios de los alimentos de 2008, nuestros movimientos declararon que no podíamos permitirnos volver a las andadas. Sin embargo, más de una década después está claro que hemos hecho precisamente eso, con consecuencias perjudiciales. El sistema alimentario mundial es aún más dominante, pero también es más frágil hoy en día, con el aumento de la concentración y el control de las empresas, la financiarización, la destrucción de los ecosistemas y los mercados que sirven a los intereses del beneficio en lugar de la seguridad alimentaria.

Sería inconcebible que el CSA no asumiera su responsabilidad ante el peor fenómeno que afecta al derecho a la alimentación para golpear a la humanidad desde la crisis de 2007-2008 que desencadenó su reforma. Más que cualquier otro espacio de gobernanza internacional, el CSA es el único foro que puede garantizar que todos los actores afectados por las crisis alimentarias puedan organizarse de forma autónoma y legítima para construir conjuntamente una respuesta mundial en la que los gobiernos sean los principales responsables.

Ha llegado el momento de que el CSA emprenda una acción concertada y coordinada a nivel mundial para orientar la indispensable transformación de nuestros sistemas alimentarios y el cumplimiento del derecho a la alimentación. Al enfrentarnos a la crisis de la COVID-19 debemos aspirar a una “recuperación justa”, que tenga como referencia la justicia, los derechos humanos y las necesidades de los pueblos, especialmente los más marginados, y del planeta.

El debate continuó durante el segundo día de la 49ª sesión plenaria del CSA centrándose en: la adopción de las Directrices Voluntarias del CSA sobre los Sistemas Alimentarios y la Nutrición (VGFSyN) y el seguimiento de la Segunda Conferencia Internacional sobre Nutrición (CIN2); la Cumbre sobre los Sistemas Alimentarios de la ONU y sus implicaciones para el CSA; y el Programa de Trabajo Plurianual del CSA (PTPA) 2020-2023, incluyendo actualizaciones sobre la Sección Móvil y sobre el desarrollo de las Directrices Voluntarias sobre la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres y las niñas en el contexto de la seguridad alimentaria y la nutrición. Los miembros también continuaron debatiendo el proyecto de conclusiones sobre el informe SOFI que seguía pendiente desde el día anterior.

Intervención del MSC a cargo de Jordan Treakle (NFFC) | Grupo de Enlace de la Respuesta Autónoma de los Pueblos a la Cumbre sobre los sistemas alimentarios de la ONU (UNFSS)

En primer lugar, estamos profundamente preocupados por la irregularidad del procedimiento seguido para contextualizar y mantener esta delicada conversación política que tiene unas implicaciones tan importantes para el CSA. Dicho esto, durante más de dos años la sociedad civil, los pueblos indígenas y los movimientos sociales de todas las regiones hemos planteado nuestras serias preocupaciones sobre el proceso, las prioridades y la estructura de gobierno de la Cumbre.

Con la conclusión formal de la Cumbre, el 23 de septiembre, ha quedado claro que esta iniciativa no ha abordado los factores más importantes del incremento de las cifras del hambre en el mundo y de las desigualdades en nuestros sistemas alimentarios; este fracaso agravará a su vez los problemas estructurales que marginan a los más vulnerables y socavan el suministro de alimentos a pequeña escala del que todos dependemos.

Como acaba de destacar el Relator Especial sobre el derecho a la alimentación, la Cumbre también ha fallado a los Estados miembros: se han ignorado las necesidades e intereses de los países del Sur global, mientras que los gobiernos clave de los países de la OCDE, junto con algunas redes empresariales y sociedades filantrópicas, han ejercido una fuerte influencia en el proceso y el contenido de la Cumbre. El modelo de gobernanza de la Cumbre, dominado por las empresas, profundiza los desequilibrios de poder existentes en las Naciones Unidas y sus organismos especializados, y socava aún más un auténtico sistema multilateral.

Como hemos escuchado ahora en las intervenciones de varios Estados miembros, está claro que no hay consenso político, ni mandato político, para que la Cumbre siga adelante de ninguna manera. Existen importantes divergencias en las posiciones de las distintas regiones y países sobre las coaliciones, el proceso de seguimiento e incluso lo que se entiende por “sistemas alimentarios sostenibles” como resultado de la Cumbre. No podemos arriesgarnos a introducir estas divisiones en el CSA y socavar años de trabajo para generar un consenso.

Amplios sectores de la sociedad civil, movimientos sociales y pueblos indígenas, así como científicos, boicotearon la Cumbre. En este punto, me gustaría destacar la Declaración política de la respuesta autónoma de los pueblos a la Cumbre de las Naciones Unidas sobre los Sistemas Alimentarios, que resume el análisis y la justificación de este boicot; esta declaración política ha recibido más de 1 100 adhesiones y firmas de organizaciones. No se puede ignorar esta amplia y diversa declaración colectiva de los grupos y comunidades que constituyen la columna vertebral de nuestros sistemas alimentarios en todo el mundo.

Reiteramos que el centro de coordinación propuesto para el seguimiento de los resultados de la Cumbre alteraría significativamente la estructura actual de la gobernanza mundial de la alimentación y la agricultura, con repercusiones de gran alcance, especialmente para el CSA. Ello supondría la adopción de un enfoque administrativo que pasaría por encima de la supervisión política de los Estados miembros para aplicar los resultados de la Cumbre, que no fueron sometidos a ningún proceso de negociación y adopción intergubernamental, lo que es completamente ilegítimo e inaceptable.

 

El MSC comparte la gran preocupación expresada por los presidentes del CSA y del Grupo de alto nivel de expertos en seguridad alimentaria y nutrición (GANESAN), así como por otros interesados, sobre las propuestas de creación de una nueva interfaz científico-política. Hacemos un llamamiento a los Estados miembros y a los participantes en el CSA para que se comprometan inequívocamente a apoyar y reforzar el GANESAN del CSA.

Por último, en tanto que MSC, reafirmamos nuestro compromiso de fortalecer y democratizar aún más las Naciones Unidas, nuestras instituciones públicas y los sistemas alimentarios, y de defenderlos contra la captura corporativa.

Intervención en nombre del MSC por Dee Woods (Landworkers Alliance) | Grupo de trabajo de mujeres del MSC

Acogemos con satisfacción estas directrices y esperamos que sean progresistas y ambiciosas y que marquen la diferencia en las vidas de millones de mujeres y niñas, y de las personas LGBTQI, mediante el impulso de los derechos de las mujeres y las niñas y la igualdad de género en el contexto de la seguridad alimentaria y nutricional. El derecho a una alimentación adecuada no puede hacerse realidad si no se hacen efectivos los derechos de las mujeres, las niñas y los niños y las personas LGBTQI. Es necesario avanzar en el lenguaje y los enfoques inclusivos de género en las directrices.

Estamos viendo cómo el actual sistema alimentario mundial se basa en la discriminación por razón de género y la vulneración de los derechos de las mujeres, las niñas y el colectivo LGBTQI, y las perpetúa. 

A fin de lograr una sociedad justa e igualitaria donde las mujeres en toda su diversidad puedan disfrutar plenamente de sus derechos y su autodeterminación, es necesario que otro modelo de consumo y producción ocupe un lugar central, un modelo basado en la agroecología y el paradigma de la soberanía alimentaria. 

Creemos que toda recomendación política sobre los derechos de las mujeres y las niñas y la igualdad de género debe basarse en los derechos humanos ya reconocidos de las mujeres, las niñas y las personas LGBTQI, así como en principios feministas clave como la justicia de género, la igualdad y la equidad, la no discriminación y la interseccionalidad, la participación y el reconocimiento. 

El control de los recursos naturales, especialmente el acceso a la tierra, el agua y las semillas, debe estar garantizado en el documento, centrándose en la protección de la biodiversidad, que nutre a las personas y a nuestros suelos. 

La valoración de los conocimientos de las mujeres y de los pueblos indígenas que han cuidado de la tierra y nos han alimentado durante siglos debe ser fundamental. 

La crisis de la COVID-19 ha sacado a la luz la carga de cuidados no remunerados a la que se enfrentan, en particular, las mujeres, las niñas y las comunidades LGBTQI. La inversión en servicios de atención para reducir la carga de atención indebida de mujeres, niñas y LGBTQI es clave para garantizar la igualdad de género y la seguridad alimentaria y nutricional.

Las Directrices sobre la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres y las niñas en el contexto de la seguridad alimentaria y la nutrición deben ser lo suficientemente ambiciosas como para convertirse en un documento importante para analizar las causas estructurales de la violencia contra las mujeres, las niñas y los niños y las personas LGBTQI. Debemos asegurarnos de que dan pasos adelante y allanan el camino hacia la eliminación de la violencia contra las mujeres, las niñas y los niños y las personas LGBTQI. 

Intervención plenaria en nombre del MSC hecha por Isabel Álvarez Vispo (Urgenci) | Grupo de trabajo del MSC sobre Sistemas alimentarios y nutrición

Como bien saben, el MSC estuvo muy implicado en el proceso de las directrices. Como repetimos en numerosas ocasiones, para nosotras esto no era un producto, es la base de nuestras vidas. En la plenaria en la que los Estados decidieron apoyar este documento, el MSC compartió la necesidad de  más tiempo para poder contar con un proceso de decisión inclusivo dentro de nuestros sectores. Después de este proceso, tal y como ya compartimos con ustedes, el MSC decidió no apoyar este documento y así lo compartimos en un evento organizado durante el mes de abril para ello.  Hoy le solicitamos a la secretaría que en las notas de esta plenaria se haga constar nuestra posición y que esta se publique en la página web del CSA, como ya lo habíamos solicitado en la plenaria de febrero.

Las razones para no apoyarlo están relacionadas tanto con el proceso como con el contenido de estas directrices. El proceso fue un proceso que, bajo nuestro punto de vista,  no respondió al mandato del CSA sino a los tiempos de la Cumbre de Sistemas alimentarios. Cumbre en la que finalmente este documento apenas ha sido tomado en cuenta. En su contenido, las directrices no brindan orientación para la transformación necesaria que necesitan nuestros sistemas alimentarios ni reconocen el rol tan negativo  que la agricultura industrial ha tenido en la crisis en la que nos encontramos ni el rol de la agroecología en el desarrollo de modelos sostenibles. Los propios lenguajes acordados en otros procesos políticos del CSA fueron puestos en entredicho en la negociación y aspectos tan claves como el derecho al agua no fueron incluidos. El proceso estuvo muy lejos de ser inclusivo y en las negociaciones quedó claro que el mayor  objetivo era preservar los intereses de los países exportadores, por encima de los derechos humanos, y ni siquiera, en el siglo XXI, en medio de una crisis climática y social, se aceptó vincular salud y sostenibilidad.

En este sentido, tal y como dijimos en nuestras intervenciones en abril, creemos necesario decir NO para llamar  su atención sobre la responsabilidad del CSA.  Un espacio inclusivo y de convergencia de políticas, en el que el centro de los debates deben ser los derechos de las personas, no los intereses de algunos. La participación de la Sociedad Civil es clave en este espacio, porque en nuestros sectores están las más afectadas por el hambre y la malnutrición. Y creemos que defender la esencia y los principios del CSA es imprescindible para responder a los retos que enfrentamos.

Hay ejemplos de algunos países, como México, al que agradecemos traer la agroecología a este espacio,  que consideramos muy positivos y nos muestran caminos a seguir, desde enfoques interseccionales, contando con las más afectadas y priorizando derechos frente a intereses. Pero a la vez asistimos a ejemplos como lo sucedido en Colombia con la ley de comida chatarra. Una ley con un contenido desconocido por el propio gobierno, quien ha desarrollado una reglamentación arbitraria basada en las posiciones del Sector privado y las grandes industrias. Esto viene a demostrar que hace falta un apoyo internacional a los planteamientos de la sociedad civil y que no se cuenta con directrices claras que en su adaptación generen políticas inclusivas ni transformadoras.

Por todo ello, seguimos en este proceso. Tenemos la responsabilidad de realizar el seguimiento y monitoreo de las acciones que deriven de estas directrices.

Creemos que el proceso de monitoreo debe exponer las acciones válidas, pero también ser un espacio de análisis que muestre las carencias que puedan solventarse en futuros procesos de políticas en el CSA. No respaldamos este documento y contamos con nuestro propio documento de visión desde el que trabajamos la incidencia en los territorios, pero a pesar de ello confiamos en el proceso a futuro porque creemos que el CSA es el espacio que tiene la responsabilidad y que puede afrontar la transformación que necesitamos de los sistemas alimentarios.

El miércoles 13 de octubre, los participantes en la sesión plenaria del CSA examinaron: el informe del Grupo de Expertos de Alto Nivel (GANESAN) sobre la promoción de la participación y el empleo de los jóvenes en los sistemas agrícolas y alimentarios; y el uso y la aplicación de las recomendaciones políticas del CSA sobre seguridad alimentaria y cambio climático, y sobre el agua para la seguridad alimentaria y la nutrición. Los miembros también finalizaron el proyecto de conclusiones de la sesión sobre el Informe sobre el estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo (SOFI) 2021.

Declaración realizada en nombre del MSC por Sefu Sanni (Marcha Mundial de las Mujeres y Grupo de Trabajo de Jóvenes del MSC)

Declaración realizada en nombre del MSC por Thierry Kesteloot (Oxfam Bélgica y Grupo de Trabajo sobre Gobernanza Alimentaria Mundial del MSC)

Declaración final pronunciada en nombre del MSC por Shalmali Guttal (Focus on the Global South)

El Mecanismo de la sociedad civil y de los pueblos indígenas (MSC) desea expresar su reconocimiento y gratitud al Presidente del Comité de Seguridad Alimentaria Mundial (CSA) de las Naciones Unidas, Thanawat Tiensin, por su liderazgo en los últimos dos años, su genuino interés por las preocupaciones de las personas y comunidades marginadas, sus tempranas iniciativas para responder a la crisis del hambre y la malnutrición exacerbada por la pandemia de la enfermedad por coronavirus (COVID-19), su defensa de un mayor uso y aplicación de los instrumentos políticos del CSA, su apertura al diálogo continuo con el MSC y su compromiso personal para facilitar las conversaciones entre el Vicesecretario General de las Naciones Unidas y el MSC en relación con la Cumbre de las Naciones Unidas sobre los Sistemas Alimentarios, a pesar de nuestras enormes diferencias.

Estimado presidente Thanawat: Es usted una persona que busca generar armonía incluso en contextos de gran divergencia, y eso ciertamente engloba un talento y una actitud extraordinarios. Muchas gracias por ese rasgo.

Sin embargo, el espíritu de colaboración equitativa funciona solamente si los principios del CSA son respetados por todos y no chocan entre sí. Es absurdo que se utilice el principio de consenso del CSA para eliminar el lenguaje de los derechos humanos, en contra de los principios de derechos humanos de esta plataforma y de las Naciones Unidas. Si el principio de consenso se utiliza para eliminar términos sensibles como “medidas unilaterales coercitivas” o “diversidad de género” de los cuadros de decisión, se abusa de él con el propósito político de bloquear las preocupaciones legítimas expresadas por los países y otros participantes. Cuando se combina con la actitud arrogante de unos pocos países poderosos acostumbrados a imponer sus intereses sobre los demás, esta mala interpretación y el mal uso de la búsqueda de consenso tiene el potencial de debilitar gravemente, o incluso amenazar al CSA en el cumplimiento de su mandato de responder a los enormes desafíos de una crisis alimentaria creciente, y de trabajar ambiciosa y eficazmente hacia la realización progresiva del derecho a una alimentación adecuada.

Al final de este 49.º período de sesiones, el MSC sigue muy preocupado por la dirección que está tomando el CSA.

La decisión del CSA de no responder eficazmente a una de las mayores crisis de nuestro tiempo, de no desempeñar su función de coordinación en respuesta a la COVID-19, es vergonzosa. Los gobiernos, los organismos de las Naciones Unidas, el GANESAN y los participantes en el CSA que apoyaron la iniciativa de una respuesta política coordinada a nivel mundial frente a los efectos de la COVID-19 sobre la seguridad alimentaria y la nutrición manifestaron que el CSA estaba ante una emergencia mundial, y el Comité no respondió debido a la objeción de unos pocos y al silencio de muchos. En el MSC no tenemos palabras para expresar adecuadamente nuestra conmoción ante esta vergonzosa inacción. Seamos muy claros: quienes bloquearon la iniciativa parecen estar profundamente alejados de las inquietantes realidades y luchas de los pueblos desfavorecidos de este planeta.

El debate del CSA en relación con la Cumbre de las Naciones Unidas sobre los Sistemas Alimentarios puso de manifiesto que la Cumbre generó una profunda división entre los Estados miembros y otros participantes y que harán falta esfuerzos concertados y tiempo para superar y reconstruir la confianza. Los resultados no negociados del enfoque de múltiples partes interesadas de la Cumbre, impulsado por las corporaciones y que desdibuja las responsabilidades diferenciadas entre los Estados miembros, las organizaciones intergubernamentales, los titulares de derechos, los científicos y el sector empresarial, han fallado a las personas con mayor riesgo de hambre e indigencia, así como a muchos Estados miembros, especialmente del Sur del planeta. Por ello, los Estados miembros del CSA parecían estar muy divididos en cuanto a la forma de abordar la Cumbre, y muchos expresaron su preocupación por sus modalidades e implicaciones. En todos los debates que se mantengan en el futuro, el CSA debe tener en cuenta las preocupaciones planteadas por miles de personas que se encargan de la producción de alimentos en pequeña escala, integrantes de los pueblos indígenas y organizaciones de la sociedad civil.

El MSC da la bienvenida al nuevo Presidente, el Embajador Gabriel Ferrero, y le felicita por su elección. También reconocemos y apreciamos la candidatura del Embajador Médi Moungui, e invitamos a ambos a seguir trabajando con pasión por el fortalecimiento del CSA de acuerdo con su visión y mandato.

No obstante, dada la situación profundamente preocupante del CSA, creemos que el nuevo Presidente se enfrenta a enormes desafíos. Nos gustaría poder entablar pronto un diálogo regular con usted sobre estos retos y las posibles respuestas a los mismos.

El MSC también da la bienvenida a todos los miembros de la nueva Mesa del CSA y expresa su disposición a colaborar con ellos en el espíritu del CSA reformado.

El MSC también desea expresar su reconocimiento al GANESAN, la interfaz científico-normativa más pertinente, legítima, inclusiva y transparente sobre los sistemas alimentarios, y dar las gracias al Presidente del GANESAN, Martin Cole, y al Comité Directivo saliente por su excelente labor.

Para terminar: La modalidad virtual y el huso horario europeo hicieron que la participación en la sesión plenaria fuera especialmente difícil para muchas personas, y creemos que se puede hacer mucho más para mejorar la accesibilidad de las reuniones del CSA en general. Aplaudimos el enorme compromiso de tantos delegados de los gobiernos, así como de los participantes, incluidos los del MSC, que participaron en este 49º CSA en mitad de la noche y en plena madrugada. El MSC quiere agradecerles ese gran esfuerzo. También queremos agradecer a todo el equipo técnico, las personas responsables de la interpretación y el equipo de la Secretaría del CSA su valioso trabajo, sin el cual esta reunión mundial no habría sido posible.

El jueves 14 de octubre, el CSA se reunió para el último día de debates. Gabriel Ferrero, Embajador en Misión Especial para la Seguridad Alimentaria Mundial, de España, fue elegido nuevo Presidente del CSA, en sustitución de Thanawat Tiensin. Ferrero recibió 73 de los 121 votos totales.

Además de elegir al nuevo Presidente y a la nueva Mesa, el jueves también se celebró un debate sobre las tres Convenciones de Río, así como el acto especial de la Secretaría del CSA para celebrar el 13º Día Internacional de la Mujer Rural el 15 de octubre de 2021. Lxs participantes debatieron sobre las contribuciones clave, aunque insuficientemente reconocidas, de las mujeres rurales a la seguridad alimentaria y la nutrición, y sobre los retos a los que se enfrentan en el contexto de la pandemia del COVID-19.  

Intervención en nombre del MSC a cargo de Paula Gioia (La Vía Campesina) | Comité de Coordinación del MSC

Las interconexiones de la pérdida de biodiversidad, el cambio climático y la desertificación con los efectos nocivos de la agricultura industrial y los sistemas alimentarios globalizados están bien documentadas. Y seamos claras, no todos los sistemas alimentarios son iguales. Es el sistema alimentario industrial el que contribuye a entre el 30 % y el 50 % de las emisiones climáticas. Los monocultivos a gran escala están entre los principales impulsores de la pérdida de biodiversidad, y el uso excesivo de productos químicos en los monocultivos es el causante de la desertificación. Mientras tanto, las personas que se dedican a actividades campesinas y a la producción de alimentos en pequeña escala son quienes cultivan un mayor número de semillas y quienes más fomentan la agrobiodiversidad, ya que junto con los pueblos indígenas conservan y protegen el 40 % de la biodiversidad mundial en sus sistemas alimentarios territoriales. La agroecología nos muestra el camino a seguir para mitigar el caos climático y el colapso de la biodiversidad y alimentar al mundo con alimentos sanos. Por lo tanto, quedan claros el diagnóstico estructural de los vínculos con los tres convenios y las soluciones.

Por lo que respecta a los tres Convenios de Río: Son el resultado de largos procesos de negociaciones multilaterales, y están acertados al establecer objetivos para resolver conflictos, recuperar la soberanía sobre los recursos naturales y abordar los desequilibrios de poder entre el Norte y el Sur.

Sin embargo, la Cumbre sobre los Sistemas Alimentarios se sometió a un proceso completamente diferente e ilegítimo, como ya ha puesto de manifiesto el MSC.

Dicho esto, tenemos que hacer algunas advertencias sobre los peligros que corren nuestros pueblos, especialmente los del Sur del planeta, en relación con la forma en que la alimentación y la agricultura se introducen en los tres Convenios:

  1. Las soluciones basadas en la naturaleza se utilizan a menudo como un término general impreciso que abarca una serie de planes para la protección del clima y la biodiversidad, incluida la agricultura, y son una de las esferas de acción que surgen de la Cumbre de las Naciones Unidas sobre los Sistemas Alimentarios para vincular la agricultura a los Convenios de Río. Este concepto permitirá que proliferen prácticas nocivas como las plantaciones de monocultivos de árboles y la agricultura industrial, que apoyan el neocolonialismo del carbono y la naturaleza y el lavado verde de las empresas. Y trayendo una nueva ola de acaparamiento de tierras sobre todo en el Sur del planeta.
  2. Compensaciones: los tres Convenios las promueven como solución. Sin embargo, la propia definición de compensación significa que una parte sigue contaminando o destruyendo la naturaleza. Por lo tanto, nos oponemos claramente a las compensaciones y especialmente al uso de la agricultura como compensación, ya que no está reduciendo las emisiones, ni frenando la pérdida de biodiversidad, ni deteniendo la degradación del suelo.

Ahora bien, es evidente que la agricultura y nuestros sistemas alimentarios desempeñan un papel esencial en todas estas crisis y deben ser abordados con urgencia.

¿Cómo puede contribuir el CSA a la consecución de los objetivos fijados por los tres Convenios?

La experiencia del CSA en cuanto a la participación inclusiva de los titulares de derechos y de los grupos de interés pertinentes en los procesos de formulación de políticas, preservando al mismo tiempo las estructuras democráticas y multilaterales de las Naciones Unidas, es un aspecto clave que debe compartirse con los tres Convenios.

Además, de acuerdo con el mandato del CSA y los principios que deben guiar su trabajo, el Comité debe contribuir al avance de la aplicación de los tres convenios proporcionando instrumentos de gobernanza de la política agrícola y alimentaria en línea con los compromisos contraídos por los Estados al ratificar los tres instrumentos de Río. Las Directrices voluntarias sobre la gobernanza responsable de la tenencia de la tierra, la pesca y los bosques en el contexto de la seguridad alimentaria nacional son un ejemplo brillante.

El CSA también debería cumplir una función en la introducción de la complejidad y la profundidad del debate sobre la seguridad alimentaria y la nutrición en el enfoque de los tres Convenios en relación con la alimentación y la agricultura. Por ejemplo, el brillante trabajo del Grupo de alto nivel de expertos en seguridad alimentaria y nutrición (GANESAN) y especialmente su reciente informe Elaborar una descripción global de cara a 2030.

Lo que realmente necesitamos para evitar el colapso de nuestro mundo natural son “cambios transformadores radicales”. En el marco de la soberanía alimentaria, la agroecología ofrece una alternativa a los productos agrícolas industriales y a la producción industrial de alimentos cada vez más artificiales. También abarca un enfoque político para que quienes producen alimentos a pequeña escala lo hagan de forma ecológica, reduciendo drásticamente las emisiones, protegiendo la biodiversidad y garantizando nuestros derechos colectivos y el acceso y control sobre nuestros bienes comunes, tal y como se define en la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Campesinos y de Otras Personas que Trabajan en las Zonas Rurales (UNDROP) y la Declaración de las Naciones Unidas sobre los derechos de los pueblos indígenas (UNDRIP)[1] [2] [3].

En este caso, los 13 principios de la agroecología proporcionan una herramienta útil para evaluar su contribución integrada en los tres convenios.

[1]    “Enfoques agroecológicos y otros enfoques innovadores para una agricultura y unos sistemas alimentarios sostenibles que mejoren la seguridad alimentaria y la nutrición” HLPE, CFS Julio 2019 http://www.fao.org/cfs/cfs-hlpe/es/

[2] Los 10 elementos de la agroecología. FAO, 2018  http://www.fao.org/3/i9037es/i9037es.pdf.

[3] Declaración del Foro Internacional de Agroecología de Nyéléni (Malí). Febrero de 2015 https://www.foodsovereignty.org/es/forum-agroecology-nyeleni-2015/

Intervención pronunciada en nombre del MSC por Chathurika Sewwandi (Federación Nacional de Mujeres Vikalpani de Sri Lanka) | Grupo de trabajo de mujeres del MSC

Gracias, Sr. Presidente del CSA, moderador y distinguidos delegados y participantes del CSA, Soy Chathurika Sewwandi, de Sri Lanka, y vengo en representación del Mecanismo de la sociedad civil y los pueblos indígenas.

El mundo aún no está en el camino correcto para alcanzar el objetivo de hambre cero en 2030 y alrededor de 811 millones de personas siguen pasando hambre en el mundo. El hambre y la inseguridad alimentaria afectan de forma desproporcionada a las mujeres, y el cambio climático y la situación de pandemia de la enfermedad por coronavirus (COVID-19) han intensificado su impacto.

Las mujeres desempeñan un papel clave en todas las etapas de la producción de alimentos, desde la conservación de las semillas hasta la transformación y el comercio de los alimentos, a pesar de no tener un acceso igualitario a los recursos productivos. Asimismo, son responsables del trabajo doméstico y reproductivo y pasan largas horas al día cuidando de la salud nutricional y el bienestar de la familia.

Sin embargo, creemos que el actual sistema alimentario mundial se basa en la discriminación de género y en la vulneración de los derechos de las mujeres, y las perpetúa. Las relaciones de poder patriarcales, feudales y capitalistas conducen a políticas agrícolas “ciegas al género” y a una división del trabajo por género en la agricultura en la que las mujeres son discriminadas y excluidas. Además, las mujeres son, en gran medida, invisibles en la agricultura, y la consideración de su función se limita a dar apoyo al hombre como “obligación femenina”.

Se ha reconocido que las mujeres tienen un acceso y control limitados sobre los recursos productivos y financieros. En la mayoría de los países, las estructuras jurídicas y las normas sociales discriminatorias en materia de género han impedido que las mujeres sean propietarias de tierras, lo que las excluye del acceso a los mecanismos de ayuda financiera, los servicios de extensión, los conocimientos agrícolas, el proceso de toma de decisiones colectivas e incluso el reconocimiento como “agricultoras”. Por otro lado, la captura de tierras y recursos naturales por parte de las empresas ha dado lugar a un inmenso acaparamiento de tierras en todo el mundo; especialmente los pueblos indígenas y las comunidades rurales están siendo perseguidos y obligados a abandonar sus tierras ancestrales, a menudo dejando atrás a las mujeres. Las mujeres son, a menudo, objeto de criminalización en su intento de defender sus tierras, comunidades, recursos naturales y cuerpos. 

Hace dos años conocí a una mujer llamada “Pan Amma” en una remota aldea de Sri Lanka que volvía a su pueblo abandonado para pescar y recoger alimentos no cultivados. Su regazo estaba lleno de peces, frutas y hojas verdes que recogía. Esa mujer nos recuerda que las mujeres desempeñan un papel fundamental en la gestión de su propia seguridad alimentaria y que la agroecología es un enfoque sostenible y justo para hacer avanzar los sistemas alimentarios.

Por lo tanto, esperamos que las próximas Directrices voluntarias sobre la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres y las niñas sean una oportunidad para poner en marcha una ambición sin límites para responder a los devastadores acontecimientos descritos.

Esperamos que el CSA integre una perspectiva feminista en todos sus procesos de elaboración de políticas, en la que asegure un papel central y principal a las organizaciones de base de mujeres rurales en los procesos de toma de decisiones desde las fases iniciales;

Por último, esperamos que el CSA vaya más allá de las palabras, y nos gustaría que en la sesión plenaria del año que viene una mujer rural pronunciara el discurso principal en otra jornada que no sea el Día Internacional de la Mujer Rural. Por ejemplo, en la jornada de apertura de la sesión plenaria del CSA 50.

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