Discurso del Relator Especial de la ONU sobre el Derecho a la Alimentación, Michael Fakhri, en el Evento Paralelo del CSA 47
Hola, mi nombre es Michael Fakhri. Soy el Relator Especial de las Naciones Unidas sobre el Derecho a la Alimentación. Lamento no poder hablarles hoy en directo, pero debido a la pandemia y a las diferencias horarias, tengo que ofrecerles este vídeo en su lugar.
La COVID-19 no sólo ha sido una crisis de salud pública, sino que también ha generado una crisis del hambre. El virus es nuevo, pero como era de prever ha sido más duro con las personas marginadas. De hecho, el mundo se estaba quedando atrás en la plena realización del derecho a la alimentación incluso antes de la actual pandemia.
El número de personas hambrientas y desnutridas en el mundo ha ido aumentando desde 2015. Y la situación está empeorando. El virus sigue haciendo estragos en la humanidad; incluso con nuevas vacunas, pasará algún tiempo antes de que la situación sanitaria mundial se estabilice y pasará al menos una década antes de que el mundo se recupere económicamente.
Mientras tanto, los Estados miembros y las organizaciones internacionales aún no se han unido para hacer frente a la inminente crisis del hambre. Diferentes organizaciones internacionales están haciendo lo que pueden. Pero sigue sin haber una acción coordinada internacionalmente para responder a la crisis del hambre causada por la pandemia. Ni en la Asamblea General, ni en el Consejo de Derechos Humanos, ni en el Comité de Seguridad Alimentaria Mundial.
Debo añadir que la COVID-19 no está en el programa de la Cumbre de la ONU sobre Sistemas Alimentarios.
En el otro evento paralelo, he abordado por qué es necesario un enfoque de derechos humanos para abordar la COVID-19. Quiero centrar mis comentarios aquí en por qué el CSA está mejor posicionado para afrontar la crisis del hambre que este virus ha exacerbado.
Recordemos que el CSA fue creado en 1974 debido a la propagación de una hambruna en el mundo. El CSA se revitalizó en 2009 debido a la crisis alimentaria. Y hoy, nos enfrentamos a la crisis existencial del cambio climático. Esta pandemia mundial es sólo un ensayo de lo que está por venir. El CSA ya está bien posicionado para actuar.
Los panelistas de hoy son capaces de articular cómo el CSA puede actuar rápidamente basándose en los informes e instrumentos políticos existentes. Se trata, entre otros, del documento temático del GANESAN sobre COVID-19, las Directrices del CSA sobre la tenencia de la tierra, el Marco de acción del CSA en crisis prolongadas, las Recomendaciones políticas de la Organización Internacional del Trabajo, y mi reciente informe al Consejo de Derechos Humanos. Estos instrumentos y otros pueden constituir la columna vertebral de una respuesta coordinada.
No creo que la dificultad radique en desarrollar una política global para hacer frente a la pandemia y a la crisis del hambre. Las preguntas más importantes son: ¿Por qué no ha actuado ya el CSA? ¿Dónde están los bloqueos para actuar? ¿Quién está retrasando el proceso?
Se trata, sin duda, de cuestiones políticas. Así que se necesitan nuevas políticas. Nuevas coaliciones de gobiernos dispuestos a unirse, a trabajar juntos, y a impulsar el CSA. Todos estamos desbordados. Los gobiernos están luchando. Lxs trabajadorxs, lxs campesinxs, lxs pastorxs y lxs pescadorxs están luchando. Y las mujeres, que son las que más están luchando porque tienen que hacer más trabajo de cuidados. La pandemia ha perpetuado los ciclos de desigualdad, y las mujeres son las que más sufren este impacto, inclusive a nivel económico.
Por lo tanto, pido al CSA que deje de hacer todo lo que está haciendo en este momento y se centre por completo en la crisis del hambre de la pandemia de COVID-19. Ahora es el momento de utilizar eficazmente el poco tiempo y energía que tenemos.
Ningún nuevo instrumento político ni ninguna nueva negociación van a alimentar a la gente. La acción colectiva, la coordinación multilateral y la puesta en práctica es lo que nos va a sacar de esta situación. Si después de la crisis la gente está más enferma, cansada y hambrienta, entonces el CSA habrá fracasado. El sistema internacional habrá fracasado. Nadie recordará ni le importará si este instrumento o aquel otro se completó con éxito.
Espero ver tres resultados del CSA:
1) Un compromiso total para hacer frente a la pandemia y la creación de un Plan COVID-19
2) Que el CSA utilice este plan para coordinar la acción multilateral entre los Estados miembros.
3) Que el CSA utilice este plan para coordinar las organizaciones internacionales. Permítanme abordar esto un poco más –
Desafortunadamente, las organizaciones internacionales tienen una relación ambivalente con el CSA. Por lo tanto, los Estados Miembros deben unirse, utilizar el nuevo plan COVID-19 y dirigir a la FAO, el FIDA y el PMA para que trabajen juntos. Es importante que se invite a la Organización Internacional del Trabajo como socio de pleno derecho.
Recuerden que una función clave de las Organizaciones Internacionales es servir a los Estados Miembros y a las personas más vulnerables, en función de lo que esos Estados y personas demandan. Dejemos que el CSA sea el lugar donde se ponen de manifiesto esas demandas y planes. Dejemos que el CSA sea el lugar donde los gobiernos pasan a la acción.
Gracias.
Apúntese al evento: http://tiny.cc/CFSresponse