Hacia políticas públicas orientadas a los y las productoras a pequeña escala:  

Informe independiente elaborado por el Mecanismo de la Sociedad Civil y Pueblos Indígenas para las relaciones con el Comité de Seguridad Alimentaria Mundial sobre el monitoreo del uso y la aplicación de las recomendaciones de políticas del CSA sobre los productores a pequeña escala – 2019

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Los y las productoras a pequeña escala alimentan a la gran mayoría de la población mundial, pero su importancia no ha sido reconocida hasta hace poco en los espacios normativos mundiales. El Comité de Seguridad Alimentaria Mundial (CSA) de las Naciones Unidas ha sido un actor fundamental en esto, cuestionando la narrativa dominante de que la única solución a la inseguridad alimentaria es recurrir a la tecnología para producir más alimentos y que las cadenas de valor de los agronegocios los elaboren y canalicen a los consumidores. Desde su reforma en 2009, el CSA ha reconocido la centralidad como principales actores de los productores a pequeña escala y las funciones fundamentales que desempeñan en la realización del derecho a la alimentación y la consecución de la seguridad alimentaria y la nutrición. Por medio de los procesos de convergencia de políticas, el Comité ha trabajado con miras a apoyar a los productores a pequeña escala en estas funciones. Este énfasis normativo es un resultado directo de la participación de los productores a pequeña escala de todo el mundo en los procesos de políticas del CSA y de las pruebas aportadas por ellos. 

Este año, el CSA sitúa a los productores a pequeña escala en el centro con el monitoreo del uso y la aplicación de tres recomendaciones de políticas del CSA: Inversión en la agricultura a pequeña escala en favor de la seguridad alimentaria y la nutrición (CSA 40, 2013), Vinculación de los pequeños productores con los mercados (CSA 43, 2016), y Desarrollo agrícola sostenible para la seguridad alimentaria y la nutrición: ¿qué función desempeña la ganadería? (CSA 43, 2016). El presente informe es la contribución del Mecanismo de la Sociedad Civil y Pueblos Indígenas (MSC) a ese proceso. Siguiendo un enfoque basado en los derechos humanos en el monitoreo y sobre la base de intercambios con actores de todo el mundo, este informe toma la realidad sobre el terreno como la base del análisis para evaluar no solo cómo se han utilizado las recomendaciones de políticas a nivel nacional, regional y mundial, sino también dónde está su potencial y en qué aspectos es necesario seguir trabajando. 

El informe empieza destacando los progresos realizados en el uso y la aplicación de las recomendaciones de políticas del CSA sobre los productores a pequeña escala. Las recomendaciones han ayudado a dar forma al contenido de otras iniciativas normativas e instrumentos jurídicos de las Naciones Unidas, incluido el Decenio de las Naciones Unidas de la Agricultura Familiar y la Declaración de las Naciones Unidas sobre los derechos de los campesinos y de otras personas que trabajan en las zonas rurales. También en el marco del CSA, estos procesos de políticas han contribuido a un entendimiento y lenguaje comunes sobre la importancia de respetar, proteger y realizar los derechos de las mujeres en el contexto de la seguridad alimentaria y la nutrición. Distintos grupos de la sociedad civil de todo el planeta han utilizado las recomendaciones en sus esfuerzos de incidencia, por ejemplo, al influir en las políticas que apoyan la producción local de explotaciones familiares para los mercados locales en África Occidental, y en Australia cuestionan los regímenes reglamentarios de inocuidad alimentaria que contemplan un modelo único para todos. Algunos gobiernos, como el de Portugal, que aprobó el Estatuto de la Agricultura Familiar en 2018, también han utilizado las recomendaciones para dar forma a la legislación nacional. En general, aunque las recomendaciones de políticas se han adoptado a ritmos dolorosamente inadecuados, su uso y aplicación demuestran tanto su potencial para reorientar la política mundial y alejarla de soluciones productivistas como su importancia para mejorar la capacidad de los productores a pequeña escala para realizar contribuciones fundamentales a la seguridad alimentaria y la nutrición, así como a la realización progresiva del derecho a una alimentación adecuada. 

A continuación, el informe pasa a describir los aspectos en los que las recomendaciones del CSA sobre los productores a pequeña escala y su adopción se han quedado cortas. En el informe se indica que sigue habiendo una profunda falta de reconocimiento de la función crucial que desempeñan las y los productores a pequeña escala para alimentar al mundo. Pese a algunos éxitos en la adopción, muy pocos gobiernos han adoptado las políticas del CSA y no son bien conocidas fuera de Roma. Incluso en los casos en que se han adoptado políticas, los desafíos persisten debido a los fracasos en su aplicación plena, a los profundos niveles 

de incoherencia de las políticas y a la falta de compromiso para monitorear las políticas mediante procesos participativos. Las prioridades definidas por los propios productores a pequeña escala, como la agroecología campesina, siguen recibiendo escasa financiación y apoyo. En cambio, los Estados canalizan la financiación pública hacia la producción a gran escala sin reconocer la importante función de la agroecología y los mercados territoriales en la mitigación y adaptación al cambio climático y en el apoyo a la producción local y el desarrollo comunitario. Además, los derechos de participación de los productores a pequeña escala se siguen violando. Como resultado, los productores a pequeña escala son invisibles y sus derechos no son ni reconocidos ni realizados. 

El futuro de nuestros sistemas alimentarios se encuentra más que nunca en juego. Según las cifras recientes, las tasas de hambre, malnutrición e inseguridad alimentaria están aumentando, impulsadas por niveles insostenibles de desigualdad dentro de los países y entre ellos. La realidad sobre el terreno es que día a día los medios de vida de las y los productores a pequeña escala del mundo siguen siendo destruidos y su producción de alimentos a pequeña escala está siendo atacada en todos los países y territorios. Es hora de dar la voz de alarma y de utilizar y aplicar los resultados de políticas que se han negociado y acordado en el CSA con miras a cuestionar la narrativa dominante y fundamentar políticas públicas orientadas a los productores a pequeña escala a todos los niveles. 

Los y las productores a pequeña escala pueden alimentar a la 

mayoría de la población mundial, y de hecho ya lo hacen. 

Los y las productoras a pequeña escala pueden promover y promueven 

modelos de producción sostenibles basados en la naturaleza e integrados en 

estructuras sociales y sistemas alimentarios territoriales. 

Es hora de defenderlos y de dar más prominencia a sus voces en la lucha contra el hambre.

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